Ayer, no tenía nada de ganas de levantarme de mi cama, y menos de afrontar el mundo como es. Pero mi descanso y silencio fueron pocos antes de que viniera el enanito que siempre llega de mañana a despertarme. Tocó la puerta como siempre, con dos golpecitos tímidos, pero agudos. Yo lo ignoré y me di la vuelta en la cama para seguir durmiendo. Pero, por la personalidad insistente que tiene volvió a tocar.
Entonces me levanté, pero cuando abrí la puerta él cerró la suya. Él vive en un hongo, frente a mi casa y sabe cómo sacarme de mis casillas cuando se lo propone. Sin embargo, por mi estado de ánimo, me volví a dormir. Por supuesto, él volvió a tocar.
Algo malhumorada, me volví a levantar. Pero, cuando salí, alcancé a ver la manga de su camisa verde, mientras por segunda vez me cerraba la puerta dándome las espaldas.
“¡Ash!”, solté una risa de nervios y enojo, y pensé: “este está jugando conmigo”.
Pero, cuando me disponía a encerrarme de nuevo, vi una nota en el marco de la puerta que decía ¨breakfast?¨. Es que yo le hablo en alemán, pero él siempre me habla en inglés, lo extraño es que nos entendemos muy bien a pesar de no hablar el idioma del otro.
Pensé, cómo se le ocurría invitarme a desayunar e irse al mismo tiempo. Cerré la puerta de golpe, con una sonrisa en la cara, por su forma tan grosera y creativa de mantenerme despierta aun cuando yo no quería moverme. Así que me acomodé en mi cama, me volví a dormir. Veinte minutos disfruté en los brazos de Morfeo cuando regresó y me despertó otra vez.
¨Mayra, querida, deja de estar haciendo nada y ponte a trabajar”
Me decía esto mientras jugaba al malabarista con tres pelotas y cantaba esa canción típica de los circos ¨tatatararatata¨.
Solté una estridente carcajada, lo dejé pasar y, después de darme unas hojas volantes informativas, terminó por convencerme para inscribirme en una clase de malabarismo para principiantes los martes en la noche, en el parque de la esquina, con los duendes y hadas de la zona. “Esto es, me dijo, para que duermas con una sonrisa siempre plasmada en el rostro” y, luego me convenció, además de inscribirme a otra clase de ¨Gikong¨ martes por la mañana. Ni tan siquiera sé cómo voy a llegar con lo que me cuesta levantarme. Sobre todo porque no estoy segura de qué es eso. Pero la oferta decía: movimientos del cuerpo, sirve para empezar el día con energía y paz.
Bueno, supongo que no habrá más martes en los que no tenga ganas de levantarme, pues mi querido amigo, el enanito de enfrente, encontró la solución.
Eso ocurrió en mi mañana de ayer, entre duendes y malabarismo, para superar la depresión. ¿Y, tú qué hiciste?
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Esta historia existe a partir de una historia de la vida real de una amiga que vive en ese lugar, con sus propias palabras, lo único que hice yo fue publicarlo y darle un poco más de magia...
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