Otro desvelo más...

Despierta desde la una cuarenta y cinco a eme, hasta las cuatro de la madrugada. He hallado la mejor forma de inspirarme. Cerrar el internet, tener amantes, grabar mis pensamientos y el insomnio, todos juntos son la fórmula perfecta para escribir.


El primer amante que tuve desde siempre y hoy me lo reencuentro, la lectura, tenía mucho de no leer nada y pude devorarme, después de mucho esfuerzo, al Evangelio Según Jesucristo de Saramago. Ahora estoy en busca del próximo.

El segundo, pero no tan querido amante, el desvelo nocturno que me permite tener el pensamiento fresco mientras escribo, aunque al día siguiente me tenga marchita y poco productiva.

El último, pero más odiado de todos, el recuerdo. Este es el amante más querido y más desperdiciado de todos. Siempre lo evito y siempre aparece, campante, lleno de cosas que decir y ahora he decidido escucharlo. Por una vez quiero dejar enmudecido mi pensamiento y llenarme de todo lo que quiera decirme la lectura, el desvelo y mis recuerdos.

Hace unos días parí un poema, canción, escrito, ni sé qué es, mientras iba rumbo a San Marcos, Guatemala, aquel de “somos tan diferentes” y ahora mientras manejaba en pleno redondel se vino a mi mente este del “silencio” y casi regaño a mi genio que se me aparece cuando no puedo escribir…pero no “contaba con mi astucia” y el fabuloso grabador que me permitió escribir esta madrugada. Así que hoy que me despierto sin poder dormir, estoy llena de recuerdos, de ideas y parece que la lectura ha hecho maravillas en mi cerebro, debo aprovechar de escribir. Saqué mi grabador y escuché las locuras que dije en la madrugada y digo yo que algo de sentido tiene…así que ahí lo dejo para su deleite.

Así que más vale que regrese a la cama, que en apenas una hora debo despertarme y empezar la rutina diaria que me apabulla y tanto amo.

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