Diario de una bruja (17ª entrega)

Día 19 (23 de abril de 2019)

Entre más duermo y más descanso, empiezo a desconocerme. Es increíble el nivel de estrés que manejo a diario. Me doy cuenta de que he dejado de pelear con mi hija mayor, que estoy más relajada con mi bebé y, aunque estoy preocupada por todo, mi reacción ante cada problema ahorita es otra. La diferencia que hace dormir ocho horas seguidas y siestas de dos horas, una en la mañana y otra en la tarde. Ojalá eso me sirva para vivir el resto del año más tranquila.

Estoy tan agradecida por lo ocurrido en estos días. Con mi caída, mientras estaba tirada en la calle, de noche, dos vecinos de fuera del edificio donde vivo, a quienes no conozco, ni nunca he visto, tampoco sé sus nombres, fueron los que me rescataron y me llevaron al hospital de emergencias. Aun debo buscar el momento para irles a agradecer. Luego, empecé a buscar una andadera para poderme movilizar y una señora que tampoco me conoce es quien me la ha prestado. Tampoco la conozco a ella y se encontró con mi esposo para darle la andadera. Mis amigas se han activado para llevarme a hacer mandados e inyectarme, cuidarme y estar pendientes de mí. Es tan bonito sentirse querida y ahí donde sonríe el corazón sé que estoy en el País de las Maravillas. ¡Gracias por tantas bendiciones!

Hoy prefiero ver lo que Eve dice, porque con tanta pastilla adentro, no estoy segura de lo que soy, ni de lo que siento: “como la progesterona aumenta durante este período, sentirás más sueño y te volverás más reservada de lo que sueles ser. Aprovecha este tiempo para una reflexión tranquila y estarás preparada para seguir pronto”. Muy bien. Estoy comiendo sin hambre, lo hago porque debo tomar medicamentos, pero sino estaría feliz con dormir, leer, escribir y tomar agua.

Estoy preocupada porque no aproveché al máximo los días que tenía energías para leer, esta semana toca entrega de trabajos finales y no logro avanzar. Espero lograrlo mañana.

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